domingo, 10 de marzo de 2013

El trovador de quimeras.




Paco era trovador de quimeras, contador de historias y fabricante de luceros. Alentado por el impulso de no quedarse atrapado en el vacío existencial de un sofá cuya única razón de ser es no perderse El Programa de Ana Rosa, salía en busca de nuevas de mentes con las que disfrutar de un feedback de estimulantes experiencias vitales. 


Se movía por los lugares y los tiempos que no tienen más función que la de la espera, me contaba  que era porque en los momentos de espera las personas no tienen miedo a perder las agujas de su reloj. Así, distraía los quehaceres  de aquellos que dejaban de lado los compromisos socio-virtuales de sus teléfonos móviles para responder con una sonrisa al brillo de su mirada y convertirse en soñadores, comenzando una  sutil sesión de subliminal y esclarecedor aprendizaje.


Yo conocí a Paco en la estación de autobuses, lugar al que bajaba a diario para hacer lo que mejor se le daba. Mediante las anécdotas de una vida feliz y plena y sus correspondientes dichas y desdichas de positiva moraleja, estimulaba mi anhelo de aprender a tocar los sueños y bailar la existencia propia al compás de éstos, algo tan interiorizado como olvidado en la rutina de las prisas. 


En una ocasión, poseída por una óptica analítica-transcendal motivada por el exceso de chocolate de la noche anterior, se me antojó preguntarle qué conclusión extraía de las idas y venidas de los nuevos amigos que hacía cada tarde y de los desconocidos que dejaban de serlo sin mediar otro lenguaje que no fuera el universal.


Somos infelices porque nos ocupamos más de las cosas urgentes que de las importantes"


  




Desde la niñez, somos seducidos para encontrar una profesión acorde a nuestros gustos y aptitudes. Nosotros, motivados por dar una respuesta adecuada al qué quieres ser de mayor, removemos el cielo y la tierra de nuestra esponjosa maquinita de pensar, encontrando, en el mejor de los casos, una respuesta momentáneamente adecuada y evidentemente precoz.


Pasan los años, y con ellos la capacidad de reir cada día desde el diafragma, y nuestra esponjosa maquinita de pensar se va convirtiendo en un ordenador que trabaja a través de unas bases de datos que apenas se actualizan. 


Pasan las décadas, y los cimientos de nuestra precoz a la par que obsoleta respuesta comienzan a tambalear, desordenando y cuestionando cada peldaño de una escalera infinita que tanto trabajo nos ha costado subir.



Por eso, tras un cuarto de siglo de búsqueda y rebúsqueda, banales actualizaciones y críticas modestas o no (sean propias o ajenas), aún no sé qué es lo que quiero ser de mayor, pero tengo claro lo que quiero ser de más mayor:


Quiero ser trovador de quimeras, contador de historias y fabricante de luceros, como Paco.
 






Quiero ser trovador de quimeras y contador de historias, como Paco.

5 comentarios:

  1. Muy bonito... y muy difícil, pero todo es ponerse y no te veo mal encaminada.

    :-)

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Gracias, a ver si no nos perdemos en el camino

    (Y si nos perdemos, por lo menos que disfrutemos la equivocación)

    :)

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. es impactante lo que te puedes encontrar en algunos blogs no lucrativos , mientras aun haya gente que piense así mi fe en la humanidad no esta perdida :)

    ResponderEliminar
  5. Eso me alaga mucho Kantus, gracias.

    Hay demasiadas alternativas como para perder la fe en la humanidad ;)

    ResponderEliminar