Telecinco te la hinca por el culo.
Carroñeras verdades inventadas se alimentan de tu ser, que
deja de serlo, y se fustiga.
Tú, en lucha austera por discernirte del caro hastío
aceptado, apagas la virtual conexión des-virtuosa, enciendes la maquinita de
pensar y abres una botella de agravio.
Comienzas a alcanzar el umbral de otras verdades a medias,
esta vez alentadoras. Y fruto del abismo de tu mente, tu única realidad, te galopa un ejército de orgasmos por las venas.
Entonces, ansías que el universo entero conozca la novedad,
el placer de saborear algo más que un sinsentido preso de la planitud, escaso de
intensidad y carente de plenitud.