Acto
I: Luz apagada. El reloj acelera su compás y Miedo aparece en escena.
Miedo
a levantarte un martes pensando que la
única diferencia con el lunes la marca
la hoja del calendario.
Miedo a haber elegido de la vida la rutina del estímulo
mediocre.
Miedo a soñar con cualquiera con tal que sea quien no comparta tu cama.
Miedo a
no soñar.
Miedo a que la única diferencia entre deber y devoción sea cambiar la
pana por franela.
Miedo a que la intensidad sea un lujo de juventud y la amistad una
tarde a la semana para tomar café. A que las fiestas se rediman a navidades,
bodas, bautizos y comuniones.
Miedo a medir el vacío existencial con audímetros de reproches a
terceros.
Miedo a seguir la doctrina de lo común. A
ser el correcto holograma uno mismo. Perfectamente conectado con el mundo pero
tan artificial como el nuevo iPhone que le has regalado al York Shire.
Acto
II. Interruptor. Luz. Un momento de Lucidez aparece en la escena. Esperemos que
no se vaya a comprar tabaco.
Las
reglas están claras pero el premio no merece quedarte la vida entera delante
del tablero. Hay alternativas. No juegues.
Acto
III. Voz en off. ¿Moraleja?
Más
vale un segundo de auto-aprobación que cien años de halagos ajenos. El
equilibrio es frágil cuando se trata de contentar a todo el mundo.
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa.
ResponderEliminar"¿Por qué no has salido a pescar?", le preguntó el industrial.
"Porque ya he pescado bastante por hoy", respondió el pescador.
¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?", insistió el industrial.
"¿Y qué iba a hacer con ello?", preguntó a su vez el pescador.
"Ganarías más dinero", fue la respuesta. "De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas... y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, ¡cómo yo!"
"¿Y qué haría entonces?", preguntó de nuevo el pescador.
"Podrías sentarte y disfrutar de la vida", respondió el industrial.
"¿Y que crees que estoy haciendo en este preciso momento?", respondió el satisfecho pescador.
*Solo se vive una vez así que disfruta el presente dado que es lo único seguro :)
Sr. Anónimo. Gracias por la aportación. Disfrutar del presente es algo tan difícil como vital, que no quede nunca intentarlo :)
EliminarMe ha gustado. Y lo que más miedo me da es no poder soñar.
ResponderEliminarY soñar puede ser jugar.
Sbm, me alegra que te haya gustado. No sé si entiendo bien lo que quieres decir con "soñar puede ser jugar", supongo que dependerá del juego. Un saludo :)
Eliminar